Hace más de sesenta años Don Gulayin, de la mano de su madre y su hermano mayor, llegaba a la ciudad de La Plata. Madre e hijos navegaron veintitrés días para cruzar el Océano Atlántico, dejando atrás su Turquía natal y otros dos hermanos, quienes llegarían a destino tres años más tarde. Finalmente, llegado el último intergante de la familia, los hermanos Gulayin habían logrado cumplir el deseo de su madre viuda: el sueño de reunir a sus hijos y a sus hermanos en la misma tierra, aunque significara estar lejos de su país.
Con la familia Gulayin, así como con otras tantas familias originarias de tierras Otomanas, la ciudad de La Plata conoció los encantos de las sedas y los tules, la liviandad de las gasas, la amabilidad del algodón, el abrigo de las lanas de angora, el arte de los bordados con hilos de oro y plata: Don Gualyin traía de tierras lejanas el oficio de la buena costura y el ojo experto para el corte maestro y la perfecta confección.
Desde hace más de cincuenta años Don Gulayin cose, para hombres y mujeres, en su pequeña Sastrería. Hacer un saco a medida le insume veintisiete horas de trabajo, no menos de dos pruebas y una dedicación para la confección del cuello, mangas y ojales, que dejan la espalda cansada, la vista nublada y los dedos entumecidos. Me cuenta que su esposa lo ayuda con los detalles, y me asegura que puede hacerle una pollera con los ojos cerrados porque conoce sus medidas, a la perfección.
Me voy con las últimas horas de la tarde, mientras Don Gulayin con su ejército de alfileres, carreteles, botones y tijeras, sigue cosiendo trajes, sacos, pantalones y polleras, como lo viene haciendo desde tierras lejanas, desde hace mil y una noches.
Vir!! que lindo...soy diseñadora textil y esto es una belleza...quedan tan pocos sastres de los de antes! la maquina de coser, mi abuela tiene la misma Singer...gracias por compartir estas fotos! que tengas linda semana!
ResponderEliminarGracias Vicky, este señor Sastre también me devolvió a mi infancia de máquinas de coser y carreteles, quién no tenía cerca una máquina Singer!
EliminarBuena media semana.
tal cual! divinos recuerdos...lo mismo para vos! :)
EliminarSos genial Virginiaa!!! La historia, las fotos, las sensaciones que provocan las fotos, todo lindo!!
ResponderEliminarVanesa, mil, mil gracias por estar del otro lado!!
EliminarBeso grande
Entre telas y agujas entrelaza su arte y vos Vir como siempre pintando con tus fotos y relatos el cuadro perfecto!
ResponderEliminarGracias Grace!!
EliminarQue lindo recorrido por un mundo lejano y cercano a la vez. Mi abuelo fue sastre de gente de mucha plata. Se trajo la maquina al hombro desde España. Pero nunca pude ver mucho de su trabajo. Gracias por darme un poco de imágenes para completar la imaginación!
ResponderEliminarHermosas fotos, me imagino los olores del lugar :)
Saludosss
Gracias a vos Julieta por pasar!
EliminarGran arte y sobre todo de la mano de un hombre, cada cosa que se rompia, mi abuelo la cosia
ResponderEliminarSaludos
Así es, este Señor honra el oficio de tanto otros abuelos, gracias por pasar!
EliminarQue belleza de fotos!!!
ResponderEliminarcomo no conocia este blog?
Besos
Bienvenida Melina!
EliminarOtra sorpresa de Ucar. Con sensibilidad y elocuencia nos contaste una maravillosa historia. Lo miré muchas veces y siempre quedo como flotando, con esa sensación que experimentaba cuando niña después de que me contaran un lindo cuento. Había una vez un sastre, "Don Gulayin"...
ResponderEliminarQue bueno encontrar esto! Soy sobrino-nieto de Munir, nieto de Ifram, quien falleció al igual que Ferit, los tres sastre de profesión.
ResponderEliminarLos trajes, los hilos, los dedales, las máquinas me hacen acordar a mi infancia, y a lo que más de una década después sigo viendo en la casa de mi abuela.
Muy bien logradas las fotos, gracias!
Pd. Vi muy buenas fotos de varios lugares, recomiendo que mires fotos de Mardin, ciudad del sudeste turco en la cual nacieron los hermanos.
Fui durante algunos años de mi infancia vecino de Ifram y Sabina. Jugaba con los hermanos de la esquina (59 y 10) Conoci a Mamanaso y al resto. Dejaron hijos, gente de bien, que vivien entre nosotros e imborrables recuerdos de aquella epoca.
ResponderEliminarFui cliente y amigo de Ferit. Nos teníamos un aprecio especial: "parece que nos conocemos de toda la vida" decía Ferit, también llamado Alfredo. Hablaba de Esmirna, de su llegada, en su local exhibía jarras y naguiles. En casa lo menciono con frecuencia. Es un recuerdo muy cálido y querido..
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